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Por fin os traemos la parte final de la entrevista que le hemos hecho a Román y Fernando con motivo del lanzamiento de nuestro último cómic, La Confesión. Aquí les hacemos un par de preguntas más personales y dejamos un espacio para las que habéis planteado los lectores.

Esperamos que después de este interrogatorio a fondo conozcáis un poco mejor a esta pareja de artistas y os hayamos dado más ganas de leer este cómic. Podéis leer la primera parte de la entrevista aquí y la segunda aquí. Ahora nos metemos directamente en materia.


Pregunta: Puede que el síndrome del impostor sea uno de los males más extendidos entre los creadores y tal vez se acreciente con la apariencia de éxito y control que casi todos intentamos dar a través de las redes sociales. Ahora que el cómic ya está terminado, ¿cómo véis el trabajo que habéis hecho? Además de ver vuestros fallos, ¿valoráis también los aciertos? 

Román: Confieso (qué cachondo…) que no he vuelto a abrir las páginas de este cómic desde que entregué e hice las correcciones pertinentes. Siempre procuro tomarme un descanso desde que entrego una obra hasta que me llegan los ejemplares impresos, porque después de tanto tiempo enfrascado en el proceso necesitas desconectar de él y aún es pronto para poder verlo con perspectiva. Para cuando por fin lo tienes en tus manos suele haber pasado un tiempo prudencial que te permite verlo con un aire diferente.

Quizá esta pregunta tenga que volverla a contestar cuando haya podido revisar el ejemplar impreso, pero sí puedo decir alguna cosa que recuerdo haber pensado durante el proceso de creación, y es que me recuerdo a mí mismo en no pocas ocasiones diciendo «cómo me gusta la forma en que está resuelta esta página, la narración funciona como un tiro».

En general no tengo la impresión de haber dejado en esta obra páginas grandilocuentes, splash pages memorables o ingenios narrativos que den que hablar, ni ningún alarde efectista (y de hecho, tengo la sensación de que el propio guion no iba buscando estos elementos y que los aciertos de la obra son otros más sutiles); pero sí tengo una gratificante sensación de estar contento con mi trabajo y me parece que ha quedado algo más que correcto y decente a nivel narrativo (que es, por otro lado, el aspecto que más me interesa en los últimos años, por encima de la perfección estilística, anatómica o el nivel de detalle).

Dicho todo esto, también recuerdo páginas a las que quizá le hubiera venido bien algo más de fondos, caras que por más veces que redibujes no consigues arreglar… y me juego lo que quieras a que cuando tenga el cómic en mis manos solo veré la cantidad ingente de fallos que, con suerte, solo notaré yo. Al mes siguiente lo volveré a abrir y diré «¡qué bien me quedó, coño!» y un mes más tarde lo volveré a odiar, y así continuamente en un ciclo interminable que solo acabará cuando yo muera o el último de los ejemplares haya desaparecido de la Tierra, lo que venga antes.

Fernando: El síndrome del impostor es algo que está ahí y que hay que lidiar con él cada día y con cada obra. Da igual los cómics que uno haga, siempre va a venir un puto grillo con chistera a decirte que no vales nada, que se acabó, que te han descubierto, que esta vez se van a dar cuenta de que eres un espanto y no te van a publicar nada más en la vida. 

Pero bueno, me temo que es parte del proceso, por mi parte me preocuparía mucho más el no sentir esas voces o esas sensaciones en absoluto porque indicaría que estoy colocado en una especie de endiosamiento creativo. 

En cuanto a La Confesión yo estoy muy contento con el resultado, pero también con el proceso porque he sentido en todo momento que he gozado de libertad absoluta para contar lo que quería sin que nadie viniese a comentarme cosas del estilo de “es que si hacemos esto va a pasar no sé qué”. Creo que en lo tiempos que corren, poder hacer algo así con tanta libertad, me llega para estar satisfecho tres o cuatro décadas.

¿Que no me juzgas? ¡Venga ya, si cada vez que me dices algo pareces el jurado de un concurso de la tele!

P: Tenéis algún proyecto en mente para el futuro ya sea juntos o cada uno por su lado?

R: Pues durante el último mes de gestación de La Confesión ya empecé los preparativos para una obra en la que estoy enfrascado y en la que me zambullí de lleno nada más terminar el cómic que nos ocupa. No puedo contar gran cosa, salvo que es un proyecto personal con guión propio (cosa que no hacía desde 2014 y ya lo echaba de menos). Es un proyecto que llevaba unos tres años queriendo hacer y, si no pasa nada, estará en las librerías antes de la primera mitad el año que viene.

Para después de esto, ya tenemos nueva colaboración en marcha Fernando, otr@s autores/as y yo del que no sé si se puede hablar todavía, así que… como todavía queda, mejor me callo. Acabo de colaborar con el segundo número de la revista «Egorama» con una historia de 3 páginas y creo que, junto con La Confesión, es todo lo que queda por salir este año. Por lo demás, tengo algunos compromisos y propuestas en la recámara que iré despachando cuando toquen.

F: Pues estoy metido en unas cuantas cosas. Quitando los proyectos que ya están firmados y que irán saliendo a la luz entre lo que queda de 2019, 2020 y 2021, estoy con un western que empezaremos a mover en unos días, un proyecto con Crowley de protagonista llevado a una especie de antihéroe de aventuras y alguna cosa más que si sale supondrá una forma muy diferente de aproximarme al cómic y a sus posibilidades como medio. También, como ya decía Román, estamos inmersos en una auténtica gamberrada de la que empezaremos a dar noticias en breve (y en la que tenéis parte de culpa en Rocketman jejejeje).

Pero vaya, que mi proyecto principal ahora mismo es descansar un poco y tomarme el mundo del cómic de otra manera. Si todos los proyectos que ya están firmados con editoriales se acaban convirtiendo efectivamente en libros, me juntaré en 2021 con 18 cómics publicados habiendo arrancado en 2014 y eso es más o menos la tercera parte de todos los proyectos que he ido montando en estos años, así que estoy realmente agotado. Seguiré haciendo cómic e intentando que me lo publiquen, pero voy a reducir mucho el ritmo para no volverme loco y para meterme en otros campos creativos que voy dejando de lado desde hace tiempo.

Y unas preguntas de vuestros seguidores en redes sociales, que tal vez tengáis que ponernos en contexto. 

P: ¿Qué es lo que consume más tiempo y energías a la hora de hacer el cómic? ¿y cómo resuelven estos obstáculos?

R: En mi caso, uno pensaría que lo más costoso es dibujar las páginas o entintarlas… Pero para mí, la tarea más difícil y agotadora es la de layout: el trasladar lo escrito en el guion al boceto en sucio para distribuir viñetas, personajes, bocadillos… La composición, vaya. Sin embargo, aunque es uno de los procesos más pesados, durante el cual muchas veces ni siquiera puedo ponerme música de fondo, también es probablemente mi preferido: es la parte más creativa de todo el proceso y es donde tú puedes realmente dejar tu sello. Para mí, dibujar la página, entintarla… son meros trámites; si he hecho bien mi trabajo, todo lo importante estará ya en el layout.

Por otro lado, la gran trampa de la fase de layout es que es traicionera, y si hace tiempo que no te sumerges en ella puedes caer en el recurrente error de pensar que como no tienes que dibujar en detalle, te va a llevar poco tiempo… He llegado a tardar más en hacer una página de layout en que era incapaz de que todo cuajara, que en dibujarla luego en limpio. Luego, odio la fase de edición digital, rotulación, meter bocadillos, onomatopeyas… pero sigue siendo una parte crucial que no se puede descuidar. Pero dios, cómo la odio.

F: Dentro del proceso meramente creativo a mí lo que más energía me consume es escribir una escaleta y reescribirla hasta que la tengo armada y ya tengo algo que se pueda enseñar. A veces llega a obsesionarme tanto el proceso que tengo que abandonarlo un tiempo y retomar después de un descanso. Pero cuando consigo tener una buena escaleta, escribir es puro divertimento, tan tan divertido que a veces hasta me permito ponerme rebelde con mi propia escaleta y mandarla al carajo porque ya he explorado una vía que luego puedo saltarme como me apetezca. 

Lo peor y que ya empieza a entrar en ese campo intermedio entre la creación y la venta de proyectos, es en primer lugar redactar un argumento de la historia completa en unas pocas páginas para meterlo en el dossier y que no sea una biblia. Es un espanto. Odio con todas mis fuerzas redactar esos argumentos de pocas páginas porque me parece reducir todo hasta el punto de que resulta muy difícil hacerse una idea real del tono y del ritmo de la historia y eso es terrible a la hora de colocarlo. 

Pero al margen de esto, que aún sigue teniendo parte de creativo, lo más odioso es la parte comercial, el envío de dossieres, las reuniones, las llamadas, las videollamadas o las exigencias creativas que terminan con un “pero yo soy el editor y cientos de autores de todos los tamaños y colores me hacen caso porque yo soy el editor”. Resulta muy cansino.

P: Alguien le pregunta a Román si volverá a dibujar caballos…

R: Probablemente, y muy a mi pesar, sí. Pero haré lo que esté en mi mano para no volver a clavarles baquetas en los ojos…

P: Y quieren saber si Fernando está preparado para arrasar en la temporada 19/20.

F: No creo que vaya a arrasar con nada, la verdad. La calidad que hay en el mundo del cómic y los guionistas que tenemos hacen que esté a años luz de las capacidades de gente que lleva décadas creando historias maravillosas. Todo lo que llegue, será bienvenido, pero no dejo de sentir cierta vergüenza cuando me nominan junto a Antonio Altarriba, El Torres, Raule, Canales…

P: Y para terminar y recapitular sobre vuestra nueva obra, ¿podríais describirla en 3 palabras?

R: SexCAM, Secretos y Sectas.

F: No, creo que no puedo. Pero puedo intentarlo con unas pocas más: tú, si tú, que estás leyendo esta entrevista, tú también tienes secretos que crees inconfesables, que crees que nadie comprendería o que podría hacer que los demás te juzgasen y te señalasen con el dedo si se descubriesen. Haz algo: prueba a contarlo, como sea, aunque sea de forma anónima, seguro que aunque sea por un instante te liberas. Eso es este cómic.

collage la confesion

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